Iconografía Oriental

Símbolos e imágenes en el arte de las culturas del Tigris y del Eufrates
Cristina Delgado Linacero - Profesora de Iconografía

1- Genios maléficos y benéficos de la mitología oriental
2- El poder y la realeza en las creaciones sumerio-acadias
3- Los relatos mitológicos en el arte mesopotámico

La antigua Mesopotamia o “país entre ríos” como fue denominada por los griegos, ocupaba la amplia franja territorial regada por los ríos Tigres y Éufrates. Los habitantes de tan amplio espacio geográfico forjaron civilizaciones y culturas cuyo valioso legado constituye hoy uno de los más relevantes tesoros del patrimonio humano. Sumerios, acadios, asirios y babilonios fueron creadores de sistemas políticos, económicos y religiosos, cuyo influjo y significado se trasluce a través de sus escritos y su arte.

El estudio de los modelos iconográficos y su comparación con la información facilitada por los textos constituye una fórmula eficaz para la captación de la ideología de aquellos pueblos. Muchos de sus conceptos e innovaciones, transmitidos a Occidente a través de los griegos, siguen formando parte del sustrato cultural de los pueblos mediterráneos.

El curso impartido bajo el título “Iconografía oriental: Símbolos e imágenes en el arte de las culturas del Tigris y del Éufrates” se ha centrado en algunos aspectos de la mentalidad  mesopotámica, empleando como fuentes tanto textos como representaciones iconográficas.

El ciclo se inicia con una exposición sobre los “Daimones”, seres concebidos por aquellos pueblos como genios maléficos o benéficos con poder para influir en el devenir de sus vidas. Los primeros eran agentes y ejecutores de la voluntad divina. Su misión era llevar a cabo el castigo de los humanos decretado por los dioses, traducido en enfermedades y desgracias de toda índole. Como contrapartida, surgieron otros entes de carácter protector encargados de velar por el bienestar individual, cívico y familiar. Pazuzu fue uno de los daimones del inframundo. Su presencia despertaba un terrible temor, pues era sinónimo de exterminio. Se le representaba con rostro leonino, ojos abultados, cuerpo lleno de escamas, garras de ave, enormes alas y cola de escorpión. Fue muy popular entre los asirios del siglo VIII a.C.

Muy temido fue el grupo de los lilitu, entidades unidas al mundo de la noche que habitaban desiertos y áreas desoladas, y promovían devastadoras tormentas, muerte y terrores nocturnos. Entre ellos cabe destacar a Lilith, un daimon femenino ansiosa de sangre humana y destructora de los hombres que se dejaban seducir por sus encantos.

Como prototipos de genios benefactores para el género humano han de citarse a los daimones leoninos y a los androides cubiertos con capas de escamas en forma de pez. Los primeros defendían a sus fieles del ataque de enemigos o monstruos y aparecen en época acadia (2370-2230 a.C.); los segundos irrumpen en la iconografía en en el período cassita (1535-1100 a.C.), aunque son mencionados en los textos sumerios ya hacia 2000-1793 a.C. Su función era velar por los enfermos, aconsejar a cuantos les invocaban y purificar el ambiente de toda influencia nociva para sus protegidos.

Asunto importante en el mundo mesopotámico fue el papel desempeñado por el rey como responsable de su pueblo ante la divinidad y como representante de ésta ante sus súbditos. La iconografía sumerio-acadia dejó constancia de los quehaceres de la condición real a través de su largo período histórico. Los gobernantes sumerios se revelan como adorantes de sus dioses, constructores de templos y defensores de la ciudad-estado como base de su poder; la realeza acadia asumió una misión imperial, utilizando todos los medios artísticos como fórmula de propaganda regia e incluso de su propia divinidad. La caída del imperio acadio hizo resurgir el sistema político de ciudades-estado. Lagash y su rey Gudea destacaron entre los demás, siendo muy notables las abundantes estatuas de su dirigente, muy devoto del dios Ningiszida.

El tema final del curso examinó algunos relatos mitológicos y su representación en el arte mesopotámico: Etana, el pastor que logró volar hasta el cielo en busca de la “planta del nacimiento”, el mito del pájaro Anzu, las luchas de animales entre sí y la interpretación del “árbol de la vida” integraron la disertación. Todos ellos formaron parte del mensaje cultural y religioso que hacía más comprensible la vida a sus receptores.  

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