Cristina Delgado Linacero - Profesora de Iconografía
Sumerios, acadios, babilónicos y asirios constituyeron la base poblacional de las tierras del Tigris y del Éufrates, la antigua Mesopotamia. Su ideología socio-política, económica y religiosa conformaron el sustrato cultural de la civilización greco-romana a la que Occidente pertenece. Este ciclo pretende analizar uno de los rasgos más importantes de aquellas culturas, la búsqueda de la inmortalidad, que ilumina facetas de nuestros comportamientos, creencias y costumbres que han pervivido a través del tiempo.
Día 1.“La celebración de los ritos de Año Nuevo”
La búsqueda de una vida mejor fue siempre el objetivo prioritario de las sociedades del Próximo Oriente antiguo. La estable relación entre el hombre y los dioses garantizaba la prosperidad de tierras, ganados y familias. La alianza entre ambas esferas se materializaba una vez al año en la ceremonia sumeria del Hieros-gamos o matrimonio sagrado. En su transcurso, se rememoraba la unión conyugal de la bella diosa Inanna, señora del amor y de la fertilidad, con su esposo Dumuzi. La máxima autoridad imperante y su esposa o una sacerdotisa encarnaban a los protagonistas y consumaban el divino enlace en el interior de los templos. Fruto de este sagrado proceder era la renovación anual de la Naturaleza y de la Vida.
Día 2.“Árboles del Paraiso”
El jardín de Enki, dios de las aguas dulces y de la feracidad, era el modelo a imitar para transformar los campos mesopotámicos en extensos palmerales y en productivo vergel irrigados por la canalización del Tigris y del Éufrates. Eco de estos parajes verdes y arbolados resuenan en la narración bíblica del Génesis sobre el Paraíso terrenal, así como en las fuentes iconográficas y literarias de los pueblos del Creciente Fértil. Ese espacio sagrado e intemporal se convirtió en paradigma de todo tipo de bienes y en meta de referencia del ideal humano como refugio salvador de los problemas cotidianos.
Día 3.“El mito de Gilgamesh y su interpretación”
La tradición religiosa sumeria refleja la angustia del hombre de aquel tiempo ante la muerte y su aspiración a encontrar una inmortalidad, que le librase del mundo de sombras al que estaba abocado en un tenebroso Más Allá. Esta esperanza se refleja en la leyenda de Gilgamesh, el más antiguo poema épico de la Humanidad. Relata las aventuras del héroe y de su amigo Enkidu, que terminan con la peregrinación del primero en busca de la planta de la vida eterna que le asemeje a los dioses y le devuelva al Paraíso perdido.
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